domingo, 17 de febrero de 2013

Respuesta bajón

(En respuesta a Respuesta de un amigo sereno)

Querido Rober, el mejor de los consejeros:

Después de tantas idas y vueltas, Martita ya dejó de ser lo que era.

Dejó de ser esa planta esbelta, verde bien verde, que crecía locamente en busca del cielo. Ahora, debo decirlo, el loco soy yo. Y mis amigos.

Y de eso no me quejo, claramente. Sin embargo, siento un vacío, una especie de soledad sin Martita. Ya no me despierto todos los días pensando en ella, ya no me despierto y la veo, contenta y creciendo en el patio, a través de los grandes ventanales que supongo recordarás -sí, esos que rompíamos jugando al fútbol y astillábamos sin piedad pelotazo tras pelotazo, ¡cómo no acordarse de los insultos de mi vieja!-. Ya no me despierto y pienso en que debo cuidarla y quizás ponerle un palito al lado que le diga cuál es el camino correcto. En que debo regarla cuando note tristes sus hojas, secas sus raíces. No, nada de eso. Ahora me levanto tarde, a veces medio manija, a veces medio fisura y eso es todo. Martita aunque la busque no está afuera en el jardín. Está en un cajón, escondida y triste en la oscuridad y, bueno, obviamente muerta. Sin vida.

Sí, sé que me vas a reprochar cierta histeriquez (¿acaso no es esto lo que quería? me dirás con algo de razón), pero es lo que me pasa. De alguna extraña manera, la extraño. Ahora que no está, la quiero; la necesito.

Cuando veo el tarro en que ahora está toda comprimida, al vacío y tapada, quemada, seca y sin vida, me pregunto si es que no fui un egoísta, si es que no pensé sólo en mí mismo; Martita también era feliz, Martita me regalaba su olor, color y belleza sin pedir nada a cambio; me daba mucho. Demasiado.

Martita, acaso a veces pienso, se merecía otro final...

Y ahora, debo decirte, estoy re loco. Así que me voy a comer algo y te escribiré en otro momento. No sé cómo puedo quedarme escribiendo sobre Martita y su ser ahora que no está, es como si ella ha sabido y logrado avanzar en todas mis dimensiones, ocupar todos mis espacios mentales. No sé cómo pudo haber pasado, pero está sucediendo, Migue, está sucediendo y el desenlace es incierto.

Totalmente incierto.

Además me cuesta armar estas oraciones y a veces dudo si lo que escribo está bien, si lo que escribo está mal, a veces dudo si mandártelo, si siquiera decírtelo. O es que no hay bien ni hay mal, me correrás por izquierda.

O peor: me cuelgo con la ventana, las estrellas y el mañana. Terrible, Rober, terrible. Te extraño a vos también Rober, esa es la verdad. A vos y a los pibes.

Espero con ansias tu respuesta. Y venite cuando quieras.

A Martita -a esta Martita- podemos compartirla.

Por siempre, Migue.

1 comentario:

  1. Martita! Hay que pensar que Martita murió para hacer feliz a aquel que cuidó tanto de ella. Murió por una gran causa.
    Si extraña cuidar de Martita, regalale una Mirtita. Y asi podrá cuidarla como hizo con Martita y podrá disfrutar sin culpas sus restos.
    Gran forma de contarlo, una vez mas.

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